sabato 1 febbraio 2014

Azafrán











Se presentaba un fin de semana muy cargado; el sábado por la mañana quería planchar un montón de ropa, luego tenía que ir al mercado; por la tarde debía ir a la escuela para presentar  nuestros cursos a los alumnos que tendríamos el año que viene.
Además parte del sábado y todo el domingo, U. y yo, lo íbamos a dedicar  a leer y a corregir la tesis que nuestra hija debía presentar en la Universidad Madrid. No podía tampoco despreocuparme de las clases del lunes. La cabeza ya me daba vueltas  pensando en ello.
El tiempo se me iba a quedar corto, pero me gustaba poder ayudar a los hijos y por supuesto también a mis alumnos futuros.
Nuestro hijo menor aquel sábado se levantó pronto para ir a la biblioteca. ¡Qué milagro! El, que había dejado los libros por un par de años, se había puesto a estudiar de nuevo.
Hacía la una U. y yo empezamos a leer  la tesis, sin prisas, pues sabíamos que estábamos solos y que con una ensalada nos íbamos a apañar para el almuerzo, sin embargo al cabo de poco oímos el timbre.
- ¿Quién será a esa hora? Dije dirigéndome hacia la puerta 
- Soy yo, mamma, mi amigo no puede quedarse a estudiar conmigo, por lo tanto he vuelto  a comer.
-  Vale, no hay problema, algo vamos a preparar.
Había comprado en el mercado ricotta fresca y algunos calabacines; por casualidad al abrir la despensa mis ojos se posaron  en el tarrito de azafrán.
- Voy a intentar hacer un plato rápido. Le dije a U. con los pistilos en la mano.
U. me miró sorprendido, pues no suelo tener mucha fantasía en  la cocina:
Sin embargo aquel día me salió un un plato muy bueno.
He aquí la receta:
Pasta con “ricotta, zafferano, zucchine e cipolline"
Pasta con requesón, azafrán, calabacines y cebolla
Freí en una sartén con aceite de oliva una cebolla dorada (mejor dicho dos cebollitas tiernas), cortada en trocitos o picada y en seguida añadí dos calabacines pequeños, cortados a ruedas muy delgadas. 
Cuando estuvieron bien dorados los puse en una cacerola donde había agregado bastante requesón y un poco de azafrán.
Herví la pasta a parte ( cotta al dente) y la mezclé con el contenido de la cacerola, añadí al final un poco de parmiggiano rallado (la puse dos minutos en el  fuego para amalgamarla mejor) y la serví a mis dos comensales.
Mientras comíamos pensé que el azafrán había armonizado el plato y  sobre todo  nuestra mesa, por eso aquel día estábamos tan a gusto los tres juntos.


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